Tiempo para ver
May 06, 2024Cuando conocemos a alguien que nos gusta es inevitable que pongamos expectativas (en la otra persona, en la relación) que casi se proyectan en contra de nuestra propia voluntad.
Es decir, del encuentro placentero con Menganitx surgen emociones que construyen imágenes en las que ya me veo amamantando a nuestros hijos a pesar de a lo mejor yo no querer hijos. Por poner un ejemplo. Esto es inevitable, y me refiero a que la proyección de imágenes en el blanco real de nuestro futuro es automática. Digo blanco como la pantalla en blanco del cine, o la hoja en blanco del escritor/a: todavía no sabemos los que saldrá de ahí. Así que insisto: estas imágenes inevitablemente sucederán.
Por lo tanto lo genuino no es convencer a nuestra fábrica interior de imágenes que detenga la máquina, ya que sería un esfuerzo inútil. Lo genuino es saber en qué estantería mentalemocional voy a poner esas proyecciones.
Cómo voy a trasladar esa cantidad industrial de futuro inventado a una zona de mi cerebro que no moleste demasiado, es decir, que no gobierne mi presente real a tiempo real con esa persona. Que no me lleve a tomar caminos de forma apresurada en direcciones fantásticas que ni si quiera a lo mejor deseo de verdad.
La medicina china propone, en ese momento donde el subidón de química y proyección están a tope, no tomar ninguna decisión. NINGUNA. Sólo estar ahí, vivir el encuentro.
Almacenar lo proyectado en el estante de: “ya se verá”. Porque en ese momento, aunque veamos muchas cosas, no vemos nada. Tiempo para ver. Esa es la propuesta. Para ver con los ojos de la experiencia.
Para ver cómo atravesamos la primera dificultad juntos.
Para ver qué roles acepto inconscientemente y rectificarlos a tiempo.
Para ver lo que la otra persona en realidad busca, desea, la energía que va a poner en el vínculo, la que vas a poner tú. Así hasta que algunas imágenes de la estantería “ya se verá” pasen sin esfuerzo al “estamos en ello”.
La mayoría de personas nos metemos a ciegas en las relaciones. Y muchas veces culpamos al otro/a de habernos engañado. De haber prometido cosas al principio.
Yo me pregunto: ¿a caso no me creí yo también mi propia proyección cuando no se sostenía en prácticamente nada? Las promesas del otro/a no son el tema. Es el hecho que tú te las quieras creer antes de tiempo.
Tiempo para ver, ésta es mi plegaria cuando me encuentro con alguien que me interesa. Y en mi caso concreto, de todas esas imágenes que guardo de algunos encuentros en esa estantería, igual escribo un libro.