Quiero tener pareja pero...

Apr 08, 2024

Me encanta, irónicamente hablando, esta frase que yo misma digo sin darme cuenta en cada primera cita de Tinder.

Quiero pero no quiero. A ver si te aclaras cariño, me digo. Y justo después, el chico que tengo delante la dice también.

Entonces y por dentro me río porque estamos en general asustados/as por la misma razón: quiero vincularme y construir algo bonito pero no estoy dispuesta a perderme otra vez a mí y a mi libertad, esa que llevo construyendo a fuerza de terapia casi toda mi vida adulta.

 

Examino de nuevo la frase y la rehago para mis adentros ¿Qué es lo que quieres exactamente, Rut? Llevo un rato reflexionando, intentando contestarme esta pregunta lo más honestamente posible. Y lo único verdaderamente auténtico que puedo decir es lo siguiente: quiero experimentar amor sin que eso me cueste un ojo de la cara.

 

Pero ¿qué significa amar? Ay madre, si millones de filósofos/as desde la antigua Grecia, por no hablar de otras culturas anteriores o de las religiones mismas, han intentado definir esta palabra y todavía nadie se ha puesto de acuerdo, ¿cómo voy a hacer para que mi cita Tinder me entienda?

 

Voy más profundamente dentro del verdadero significado de la frase “Quiero pareja pero..” y escribo sobre ella varias páginas durante horas que resumo así:

“tengo un anhelo de compartir algo valioso con alguien y crear un vínculo bonito desde ahí, a la vez que no quiero que ese vínculo y su preciosidad esté en el centro de mi vida restando importancia a otros aspectos, pues también tengo un anhelo de desarrollarme como ser individual” Si dejamos la palabra amor fuera la explicación es todo mucho más fácil de entender, ¿verdad? 

 

Bueno, parece que ya sé lo que quiero, ¿pero eso cómo se hace?

 

Rehago la frase inicial y escribo en mi diario: Yo soy mi propia pareja pero estoy abierta a incluir otros vínculos que no impliquen destruir el inicial: ese que soy conmigo.

Manos a la obra, me digo. Y qué hago, ¿le suelto la frase así tal cual a ese ser que se está tomando compulsivamente una caña delante de mí porque está más nervioso que yo si cabe?

 

No, no me parece un comienzo facilitador. Además de que, y aquí lo importante de este post, todavía no lo conozco de nada y ni si quiera sé si me interesa porque estoy tan enredada en mis elucubraciones que no estoy escuchando ni lo que dice.

 

Vamos a las citas como si estuviéramos haciendo un casting doble: a ver si el otro me calza a la perfección como el zapato de cristal y por supuesto yo a él/ella.

El otro no es un objeto para mí y viceversa. Para ser mi pareja pero enamórate un poco más tú de mí que yo no quiero sufrir tanto esta vez.

El otro es una persona a descubrir. Entonces, cuando mi cita Tinder, me dice “quiero pareja pero”, yo escucho y tomo nota, leo en sus palabras sus anhelos, sus deseos, sus confusiones, sus ganas de ser honesto. Escucho. Pero después no digo mi gran frase requetepensada, evito conquistarlo con mi capacidad de análisis espectacular que siempre intenta compensar mi falta de autoestima real y que pone la conversación en un grado intelectual donde me siento a salvo.

 

No, quiero estar indefensa y ser ese ser emocional que también soy, por probar hoy algo distinto. Solamente digo: gracias por abrirte, me ha gustado lo que has dicho.

Es verdad, me gustó, pero no hice de eso un anzuelo para ya y sin pensármelo dos veces, proyectar una pareja.

 

Me dedico entonces a averiguar quién es ese desconocido con el que estoy cenando. Qué me sucede en su presencia y si eso me inspira o no. Sabiendo que, en el caso de que nos gustemos y lo que sea, yo estoy tan disponible para amar como para no hacerlo, que no es una necesidad sino una posibilidad, que mi vida como adulta es ya preciosa (y si no en ello estoy) y que en todo caso qué bonito puede ser compartirla y ya se verá en qué formato pero que sepas que el centro de mi vida ya está ocupado por la vida misma.  

 

También observo si él está interesado en mí, en conocerme, en preguntarme. Si me escucha o si ya tiene claro quién soy y no necesita descubrirlo (esto me ha pasado, lo juro), o si proyecta fuegos artificiales a la primera de cambio, o si cena rápido para irse rápido también. Si me gusta lo que quiere saber de mí, si me dan ganas de contárselo.  

 

Lo demás ya se irá desvelando a su debido tiempo.  

 

La única verdad con la que me quiero volver a casa, es la de haber estado ocupándome de mí durante la cita, ni proyectando amor eterno ni todo lo contrario. Simplemente estando, viviendo.  

 

Bebo un traguito de mi cerveza y le pregunto qué libro se ha leído últimamente y si le gusta ir en pijama por casa o si prefiere las lentejas con chorizo o sin.

Entonces, y ya entre risas, me dice que con chorizo siempre y que su pijama es de algodón del bueno y que está leyendo un libro de humor policiaco que le gusta porque se ríe mucho. Y en ese momento se ríe y eso me gusta. Y yo me doy cuenta que tengo delante a un ser humano que le gusta reírse y eso me parece bonito y que estoy disfrutando de la cena y ya veremos.  

 

-Yo todavía no sé lo que quiero pero tengo una certeza, le digo mientras nos acabamos el postre compartido porque él tampoco come azúcar pero hoy sí, me lo he pasado muy bien y me gustaría volver a verte, conocerte un poco más. Y sí, claro, le respondo, dejarme conocer también. 

 

Rut

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