Nadie sabe lo que puede un cuerpo

“Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, dice Baruch Spinoza.

Nadie sabe la fuerza, la potencia, la alegría y el dolor que puede asumir un cuerpo.

Nadie sabe de lo es verdaderamente capaz.

Nadie puede explicar las diferentes formas que la vida toma dentro de nosotras/os.

Nadie entiende del todo quién es, de dónde viene, hacia dónde va. No sabemos nada o muy poco de nuestro impulso de vida, de los caminos inconscientes que toma. De la historia de nuestras células.

Nadie sabe, ni médicos, ni psicólogos, ni científicos, ni visionarios, ni gurús, lo que puede un cuerpo. Compartimos esa ceguera, esa ignorancia de nuestro cuerpo: desconocemos las raíces y las causas completas que lo configuran, los afectos que lo atravesaron y atraviesan. Somos hermanas/os de laberintos, de interrogantes, de enigmas.

No sabemos lo que aguanta nuestro cuerpo. Lo que acarrea, la fuerza que usa para sujetar la vida que lleva dentro. Por eso, nuestras preguntas a cerca de los por qué de las cosas se responden solo a medias. Las explicaciones sobre lo que nos pasa son incompletas, nunca podemos saber, ver del todo eso que somos.

La vida que maneja un cuerpo es más amplia que su relato. Por eso la propuesta hacia la salud es la de escuchar un cuerpo desde el agradecimiento por todo lo que sostiene y lleva dentro. Y desde ahí aprender a caminar a oscuras, usando la vida en sí misma como luz: ser vivida en su máxima alegría y disfrute es nuestra verdadera responsabilidad. Y como estamos juntas/os en esto de vivir, hagámoslo humildemente porque ciegos somos todos/as. Desarrollemos la inteligencia propia y colectiva uniéndola al amor que, como potencia viva del cuerpo, no sabemos de lo que es verdaderamente capaz. Pues nadie, nadie sabe lo que puede un cuerpo. El tuyo